El “Pentateuco Aeronáutico”
Del mismo modo que los cinco primeros libros de la Biblia forman una colección que los judíos llaman “La Ley”, la Torá. (Viene la palabreja del griego “pente”, cinco, y téukhos, rollo, por los cinco estuches cilíndricos en donde se guardaban enrollados los mencionados textos) con el advenimiento de la aviación, en los albores del pasado siglo XX, la tradición aeronáutica ha ido conformando su propio pentateuco profesional. No llega a ser tan extenso como el libro sagrado, pero va creciendo con cada una de las jóvenes generaciones de personal volante.
A imagen de los cinco libros de la Biblia que componen el pentateuco (Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio) el “pentateuco aeronáutico” también contempla cinco recipientes o subdivisiones, a saber: el piloto novato, el copiloto, el piloto senior (el comandante), el mecánico de vuelo (ingeniero de vuelo le llaman los yanquis) y los auxiliares de vuelo. Además en este moderno pentateuco aeronáutico hay cabida para bastante más gente, para “otros muchos” partícipes a los que, inevitablemente, hay que hacer alusión, como pasajeros, ingenieros aeronáuticos, los extintos radionavegantes, controladores aéreos, meteorólogos y un largo etc. En cualquier caso no podemos olvidar que el más grande filón del que se han aprovechado los autores de este pentateuco aeronáutico, es la instrucción, tanto en vuelo como en tierra.
Comenzaremos hoy entresacando de este famoso pentateuco aeronáutico algunas perlas que, si Dios no lo remedia, incluso puede que pasen a la posteridad.
“El vuelo es la segunda emoción más grande que conoce el hombre .... ¡El aterrizaje es la primera!”
Y hablando de esa tremenda y enorme emoción, recién citada, alguien colaboró añadiendo:
"La posibilidad de sobrevivir en un aterrizaje es inversamente proporcional al ángulo de descenso: A mayor ángulo menos posibilidades de supervivencia,... ¡¡y viceversa!!.”
Tan grande e indescriptible es esa emoción que se puede afirmar sin duda alguna que el tema del aterrizaje es la estrella de este “pentateuco aeronáutico”. Evidentemente estamos hablando de un buen aterrizaje, de una buena “toma de tierra”, que es el objetivo de todo piloto al finalizar su vuelo. Veamos otra sentencia muy popular entre pilotos que ha hecho furor en todas partes de este nuestro vasto mundo aeronáutico:
"Hay tres sencillas reglas para hacer un aterrizaje suave: Por desgracia, hasta hoy nadie sabe cuales son. ”
Y no debe andar muy descaminado el que tal afirmó, cuando otros han añadido:
"En un aterrizaje suavísimo, cual vaselina, hay un 50% de suerte; si haces dos de esos en un día, es que ese día verdaderamente tu estás de suerte...; pero tres en una rotación de un día, ¡¡ es seguro que alguien está mintiendo!!”
Pero claro hay tantos pilotos y tan buenos y tan malos (estos, afortunadamente, muy pocos) que habría que definir lo que es “un buen aterrizaje”. Recurramos al pentateuco aeronáutico, que dice así:
"Todos conocen ya la definición de un buen aterrizaje: es aquel en el que se puede salir caminando después de él. Pero muy pocos conocen la definición de un « gran aterrizaje": Es aquel en el que después de haberlo hecho, puedes volver a utilizar el avión…”
Evidentemente se hacen tantos miles de aterrizajes, diariamente, en todo nuestro mundo que, para ayudar a quien no tenga las ideas claras (siempre hay “buena gente” que quiere ayudar al prójimo), alguien dio la siguiente pista a los posibles despistados:
"Sabrás que has aterrizado con el tren de aterrizaje dentro, cuando necesites “full power” para rodar al aparcamiento...”
Espero que todo el mundo lo haya “cogido”... Y al hilo de lo dicho, nuestro pentateuco aeronáutico recoge un par de apéndices específicos sobre este escabroso tema, (el de tomar con el tren dentro). Además creo que nadie, hasta ahora, las ha discutido nunca. La primera es:
"Hay dos clases de pilotos, a saber: los que han tomado con el tren dentro y los que tomarán con él dentro...”
Y la segunda dice:
"La última cosa que hacen todos los pilotos, antes de salir del avión , después de hacer un aterrizaje con el tren dentro, es poner la palanca del tren en la posición de “abajo”...”
¿Alguna duda? Como espero que no, aquí va otra que podemos dedicarla a algún que otro “as” de los simuladores...:
"Una toma suave en un simulador de vuelo es tan emocionante como besar a tu hermana.”
Y ya que hemos tocado, de refilón, el tema de instrucción, un paciente instructor de vuelo le dijo a su pupilo, que acababa de hacer la segunda toma de tierra de su vida “sin ayuda” de su instructor:
"Jovencito ¿eso ha sido un aterrizaje o es que nos han derribado?”
Y hablando de instructores y alumnos, ya sabéis que el tema de la instrucción es el más grande filón en el que se puede bucear para sacar material para este pentateuco! Aquí va un mini consejo con enjundia, que espero que el personal, especialmente los copilotos, “lo capte”:
"Sólo hay cuatro formas de volar: el modo correcto, el modo incorrecto, la forma que dicen las normas de tu compañía que hay que hacerlo y la forma de volar de tu capitán.”
¡¡Sólo una cuenta!!.....
Y ya metidos en harina habrá que recordar que esto de la aviación no es ni fácil ni difícil, ni todo lo contrario tampoco,... es decir :
"En el mundo de la aviación uno comienza con una bolsa llena de suerte y otra bolsa vacía de experiencia. El truco consiste en llenar la bolsa de experiencia antes de que se te vacíe la de la suerte.”
Adhiriéndose literalmente al espíritu de la letra, un jefe de pilotos les recomendaba a sus chicos, cuando finalizaban la instrucción y pasaban a flota, lo siguiente:
"Usted ya, desde ahora, puede aterrizar en cualquier lugar ¡¡“una vez”!!...”
Y cuando los pilotos se quedaba mirándole “con cara de haba”, les aclaraba:
"Siempre debéis tratar de mantener igualado el número de aterrizajes con el número de despegues.”
En cualquier caso eso del aterrizaje (la tremenda emoción que decíamos al principio) y por aquello de que nadie ha encontrado las famosas tres reglas infalibles, a veces, se convierte en un pequeño problema para el piloto y consecuentemente se le escapa algún que otro “bote” o “botecillo”. Al respecto nuestro pentateuco aeronáutico dice lo siguiente:
"El número de botes, en un aterrizaje, es proporcional al número de colegas que lo están viendo...”
Y esto ocurre porque la vida es así de dura... Para ayudar un poco en el delicado tema de los aterrizajes ya el famoso “capitán rompetruenos” dejó constancia por escrito, con aquello que decía así:
"Desde tiempos muy remotos,
Ya lo dijo el gran Mahoma,
se ha inculcado a los pilotos:
“buen planeo, buena toma”.
Y si sigues este axioma,
Verás con satisfacción
Que este consejo funciona
¡ en cualquier tipo de avión !”
Las ilusiones primeras que se sienten en el comienzo del aprendizaje del vuelo, hace que muchos jóvenes de hoy, de esta generación informatizada, que han nacido con una “tablet” junto a su primer chupete, hacen que crean que eso de volar es cuestión de apretar un botón y asunto concluido... Pues para esos jóvenes, y con esto finalizamos hoy esta breve pasada sobre el pentateuco, tiene la siguiente sentencia, sacada de una afamada escuela de vuelo en la que el capitán rompetruenos impartía clases:
"Volar no es como jugar con la Play station o el Nintendo. No se puede apretar un botón y empezar de nuevo.”
Y con esta breve muestra damos por finiquitada esta mini presentación del ya famoso pentateuco aeronáutico. Se agradecería cualquier colaboración, pues seguro que hay montones de “sentencias” de este tenor que sería una pena que se quedaran en el tintero. (También habrá multitud de anécdotas que se quedarán en el olvido si no las contáis para que alguien las cuente. Y cuando alguien dice a sus amigos o conocidos que cuenten algo, generalmente, sale enseguida a relucir eso de “a mi nunca me ha ocurrido nada”... pero claro resulta que tu, yo, el otro y el de más allá han disfrutado o están disfrutado de una enorme profesión en la que te has pasado la vida aprendiendo y enseñando... o sea que, ¡créeme!, todos tienen algo que les ha ocurrido o ha oído, visto, soñado o inventado...)
¡Cuéntamelo y así no se perderá!
Habrá más si Dios quiere porque, como muy bien dice el pentateuco
"La aviación no es que sea una profesión, más bien es una enfermedad.”
AUTOR: D. Miguel Ángel Simón del Fraile (simoncete2000@yahoo.es)
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