Erich Hartmann, durante la Segunda Guerra Mundial,
cuando combatÃa a las órdenes de Hitler.
Erich Hartmann (1922-1993) es considerado todavÃa hoy el mejor piloto de caza de la historia y, por lo tanto, el más letal y temido de todos los que participaron en la Segunda Guerra Mundial. Combatió a las órdenes de Hitler siempre en el frente oriental y llegó a ser conocido por sus adversarios como «el diablo negro».
Consiguió un récord impresionante: derribar 352 aviones enemigos sin que él fuera derribado jamás. Tan solo se vio obligado a estrellar su aparato contra el suelo en 14 ocasiones debido a fallos mecánicos o a los daños recibidos por los trozos de los aparatos que él abatÃa.
El piloto nazi habÃa aprendido a volar casi de niño, instruido por su madre, una de las primeras mujeres piloto de Alemania. Los Hartmann, de hecho, tenÃan su propio planeador, que tuvieron que vender por la mala situación económica de la familia.
Cuando Hitler llegó al poder en 1933, sin embargo, las clases de vuelo se pusieron de moda en Alemania y decidieron crear una escuela. Para el año 1936, con solo 15 años, el pequeño Erich ya era instructor de planeadores.
Realizó su primera misión en el frente oriental en octubre de 1942, con 20 años. Su primera victoria la obtuvo un mes después al derribar un caza Shturmovik Il-2 soviético.
En julio de 1943, durante la batalla de Kursk, abatió siete aviones en un solo dÃa. Terminó el año con 159 victorias y, en 1944, ya acumulaba 172, lo que le valió para ser condecorado personalmente por Hitler con la Cruz de Caballero de la Cruz de Hierro.
El último derribo. El avión de Hartmann, el mÃtico Messerschmitt Bf 109, tenÃa marcas distintivas que lo hacÃan reconocible y temible ante los pilotos soviéticos: el morro pintado de negro en forma de tulipán y un corazón atravesado por una flecha en la que habÃa escrito el nombre de su novia: Úrsula. Y en el fuselaje llevaba pintado un número 1, para que no quedara duda de quién era el lÃder de su escuadrón.
Al final de la guerra, en mayo de 1945, el piloto nazi desobedeció la orden de volar al sector británico y abandonar a sus hombres para evitar que fuera capturado por los soviéticos. Decidió permanecer con su unidad y consiguió su último derribo, el número 352: un caza ruso Yakovlev Yak-9.
Solo tenÃa 24 años, pero no le tembló la mano al ordenar que se destruyeran en el suelo los 25 aparatos de su legendario escuadrón, el JG52, poniendo fin a la unidad más exitosa de la historia de la aviación militar. Después se rindió a los estadounidenses, que entregaron al prisionero a los rusos en aplicación de los acuerdos de Yalta.
Hartmann pasó diez años en un gulag acusado por la URSS de "haber matado a 780 civiles en Bryansk, una ciudad a 380 kilómetros de Moscú, y haber destruido esos más de 350 aviones soviéticos."
Tras ser liberado, se mudó a la República Federal Alemana para asumir el mando de la primera unidad de cazas a reacción de la posguerra. Permaneció en el cargo hasta 1970, año en que decidió abandonar la vida militar y dedicarse a la instrucción hasta su muerte en 1993.
Pero antes de fallecer a los 71 años, el antiguo piloto nazi accedió a conceder una entrevista –recogida por la web «Migflug»– para hablar de todos los asuntos espinosos sobre su pasado al servicio de Hitler de los que habÃa evitado hablar desde que acabó la Segunda Guerra Mundial. (Leer la entrevista)
cuando combatÃa a las órdenes de Hitler.
Erich Hartmann (1922-1993) es considerado todavÃa hoy el mejor piloto de caza de la historia y, por lo tanto, el más letal y temido de todos los que participaron en la Segunda Guerra Mundial. Combatió a las órdenes de Hitler siempre en el frente oriental y llegó a ser conocido por sus adversarios como «el diablo negro».
Consiguió un récord impresionante: derribar 352 aviones enemigos sin que él fuera derribado jamás. Tan solo se vio obligado a estrellar su aparato contra el suelo en 14 ocasiones debido a fallos mecánicos o a los daños recibidos por los trozos de los aparatos que él abatÃa.
El piloto nazi habÃa aprendido a volar casi de niño, instruido por su madre, una de las primeras mujeres piloto de Alemania. Los Hartmann, de hecho, tenÃan su propio planeador, que tuvieron que vender por la mala situación económica de la familia.
Cuando Hitler llegó al poder en 1933, sin embargo, las clases de vuelo se pusieron de moda en Alemania y decidieron crear una escuela. Para el año 1936, con solo 15 años, el pequeño Erich ya era instructor de planeadores.
Realizó su primera misión en el frente oriental en octubre de 1942, con 20 años. Su primera victoria la obtuvo un mes después al derribar un caza Shturmovik Il-2 soviético.
En julio de 1943, durante la batalla de Kursk, abatió siete aviones en un solo dÃa. Terminó el año con 159 victorias y, en 1944, ya acumulaba 172, lo que le valió para ser condecorado personalmente por Hitler con la Cruz de Caballero de la Cruz de Hierro.
El último derribo. El avión de Hartmann, el mÃtico Messerschmitt Bf 109, tenÃa marcas distintivas que lo hacÃan reconocible y temible ante los pilotos soviéticos: el morro pintado de negro en forma de tulipán y un corazón atravesado por una flecha en la que habÃa escrito el nombre de su novia: Úrsula. Y en el fuselaje llevaba pintado un número 1, para que no quedara duda de quién era el lÃder de su escuadrón.
Al final de la guerra, en mayo de 1945, el piloto nazi desobedeció la orden de volar al sector británico y abandonar a sus hombres para evitar que fuera capturado por los soviéticos. Decidió permanecer con su unidad y consiguió su último derribo, el número 352: un caza ruso Yakovlev Yak-9.
Solo tenÃa 24 años, pero no le tembló la mano al ordenar que se destruyeran en el suelo los 25 aparatos de su legendario escuadrón, el JG52, poniendo fin a la unidad más exitosa de la historia de la aviación militar. Después se rindió a los estadounidenses, que entregaron al prisionero a los rusos en aplicación de los acuerdos de Yalta.
Hartmann pasó diez años en un gulag acusado por la URSS de "haber matado a 780 civiles en Bryansk, una ciudad a 380 kilómetros de Moscú, y haber destruido esos más de 350 aviones soviéticos."
Tras ser liberado, se mudó a la República Federal Alemana para asumir el mando de la primera unidad de cazas a reacción de la posguerra. Permaneció en el cargo hasta 1970, año en que decidió abandonar la vida militar y dedicarse a la instrucción hasta su muerte en 1993.
Pero antes de fallecer a los 71 años, el antiguo piloto nazi accedió a conceder una entrevista –recogida por la web «Migflug»– para hablar de todos los asuntos espinosos sobre su pasado al servicio de Hitler de los que habÃa evitado hablar desde que acabó la Segunda Guerra Mundial. (Leer la entrevista)