Veteranía y Juventud en La Aviación, Una Gran Simbiosis

La ilusión de volar, la capacidad para hacerlo y la necesidad del estudio y entrenamiento son constantes importantes en la vida de un piloto, y eso es algo más que vocacional.

La rápida evolución de la aviación desde sus inicios hasta ahora sobrepasan la experiencia personal de un piloto a lo largo de su vida profesional. Todo evoluciona muy deprisa. Lo que aprendió en sus principios queda enseguida obsoleto y tiene que actualizarse sin pausa.

Esta circunstancia se aplica, no sólo a nivel personal, sino a escala profesional y social, donde las diferentes generaciones de pilotos ven pasar velozmente este constante progreso de la aviación.

Esto es así y debe ser así.

Pero este vertiginoso camino hacia el futuro tiene un riesgo: olvidarnos del por qué del vuelo, el origen de lo que hacemos ahora y que nos llevará a lo que haremos más adelante.
El origen y pasado de la aviación se basó en la emoción, el riesgo, el sacrificio. El presente se vive con entusiasmo, entrega y esfuerzo. El futuro ilusiona, se sueña y se estudia.
No permitamos que este proceso se diluya y se fragmente. No soñemos sin recordar el riesgo y la experiencia. No dejemos en el olvido el gran bagaje histórico de nuestros antecesores.
Volamos luciendo en el mono de vuelo los emblemas de la unidad, sin conocer muchas veces su origen y su historia. Normas y reglamentos nacieron por motivos y necesidades que ignoramos, aunque luego hayan evolucionado con el tiempo. Las maniobras en vuelo se inventaron y experimentaron para afrontar situaciones que hemos olvidado. Los principios de las tácticas de combate se crearon con enorme sacrificio y entusiasmo por parte de aquellos primeros pilotos. La navegación comenzó con la brújula de burbuja y mucha fe.

Y así se pueden mencionar miles de hitos que configuraron aquellos principios y que se van desvaneciendo en el olvido. La historia es una gran maestra cuya enseñanza no podemos despreciar.
Con todo esto quiero decir que es una pena que nuestros pilotos actuales vayan desconectando poco a poco de nuestros orígenes, perdiendo así un potencial histórico que nunca se recuperará.
Por otro lado no debemos ignorar que aún quedan pilotos, viejos y experimentados pilotos, que vivieron otra época, que guardan vivencias y recuerdos inéditos y que ven tristemente como se desvanece su historia sin que las siguientes generaciones se interesen por ello y obtengan algún beneficio de sus experiencias.

Estos viejos pilotos no ignoran ni se desentienden del progreso de la aviación, por el contrario siguen con sumo interés su evolución, analizan las nuevas tecnologías, las nuevas tácticas y misiones, las capacidades que surgen, las nuevas estructuras del Ejército del Aire (y ahora del Espacio), los nuevos aviones y medios aéreos, los problemas con que tienen que enfrentarse.
No siempre lo entienden, pero investigan y buscan todos los medios posibles para estar al día, admirando y, por qué no, envidiando a los jóvenes pilotos que vuelan con estas capacidades y misiones, aunque al final el vuelo es siempre lo mismo: estar allí arriba y disfrutar de lo que pocos seres humanos pueden ver.

Juan Luis Ibarreta